jueves, 27 de febrero de 2014

La indiferencia

(Luisa R. G. Novelúa)

En lugar de evaporarse cuando despertó, su pesadilla se sentó a su lado a fumar tranquilamente un habano, de esos que a él tanto le gustaban y le había prohibido el neumólogo. Era hermosa y sensual, como las volutas de humo que se elevaban engarzadas hacia el cielo amenazador, pero su mirada ausente le golpeó hasta provocarle un dolor físico que creía olvidado. La misma opresión en el pecho, la misma respiración entrecortada, la misma angustia que años atrás lo habían empujado a dar un portazo para dejar atrás la indiferencia.

Los cuatro goterones que anunciaron el aguacero lo obligaron a cobijarse bajo una marquesina. Carreras, exclamaciones, risas y, en unos segundos, el parque quedó desierto. Ni rastro tampoco de la ensoñación, que debió de convertirse en lluvia en cuanto él le dio la espalda, así que al escampar retomó aliviado su rutina solitaria. Sin embargo, empezó a preocuparse la mañana en que se dio cuenta de que había elegido, otra vez, el mismo banco. Y peor fue cuando comenzó a echarla de menos, a ella también.






lunes, 24 de febrero de 2014

La semilla

(Luisa R. G. Novelúa)

Una semilla en esta tierra desolada ―susurró mientras dibujaba un surco con la punta de su bota.

Mantuvo la mirada desafiante hasta que la actriz que interpretaba a su hija se acercó para abrazarlo y darle la enhorabuena. Acababa de rodar la última escena, y las felicitaciones de todo el equipo consiguieron emocionarlo. Nunca se había entregado tanto a un personaje como al de aquel campesino desahuciado pero de dignidad inquebrantable. Cuando leyó el guion pensó en su padre y en el consejo que no quiso seguir. No podía quitárselos de la cabeza mientras viajaba de vuelta a su mansión, un desierto lleno de cosas inútiles. 

martes, 18 de febrero de 2014

Tres

(Luisa R. G. Novelúa)

Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol, pero cada cosa en su momento. Ahora me conformo con observar cómo miras distraída a través del cristal mientras remueves el café, siempre sin azúcar. Te lo he preparado como a ti te gusta, muy cargado y con dos gotitas de ron. Me encanta mimarte, y más hoy, que estás especialmente guapa con ese jersey azul que resalta el color de tus ojos. Los describiré con todo detalle el día que empiece nuestro libro.

He estado a punto de decírtelo cuando rozaste mi mano al pagar, pero esperaré a que vuelvas mañana: el niño se llamará Félix, como mi padre.

sábado, 15 de febrero de 2014

Anonimato


(Imagen de Google)
Apenas pudo guardar el equilibrio cuando una pantera rosa se abalanzó sobre él y vomitó un líquido amarillo que le salpicó los zapatos. El felino soltó una risotada mientras se alejaba con paso tambaleante en compañía de un troglodita que se desgañitaba cantando una regia ranchera.

Eran los últimos en abandonar la fiesta y dejaban detrás un pequeño caos que él debía ordenar. Pero no se quedaba solo. Le acompañaba la locutora que todas las noches le susurraba al oído historias tristes, o trágicas, o rocambolescas que amenizaban su anodina vida.

Entre boas y pelucas de varios colores encontró una lujosa máscara veneciana. Aunque podría meterla en la bolsa con todo lo demás, la contempló varios minutos antes de dejar la escoba, sacarse el mono de trabajo y ponérsela. Amparado en el anonimato salió a la calle y se dejó guiar por el oído.

Tal y como contó al día siguiente en su programa favorito, a pesar de que se enfrentó a ellos, no pudo evitar la tragedia. Su valentía generó numerosas felicitaciones. Además, la descripción que hizo de los disfraces facilitó la detención casi inmediata de dos implicados. El tercero, el de la máscara, nunca apareció.


Microrrelato presentado a Esta Noche te Cuento en febrero de 2014

http://estanochetecuento.com/anonimato/#comments

martes, 11 de febrero de 2014

Aunque parezca increíble

(Luisa R. G. Novelúa)

―Había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola que el músico enamorado regaló a la princesa ―relató el tío Mateo mientras María, en cuclillas, observaba sin pestañear el terreno recién arado a la espera de que asomara una de las esquinas de la tapa del instrumento.

Ni la risita de su hermana mayor le hizo dudar del tío, al que visitaban por primera vez desde que abandonó la carrera de pianista para montar una granja. Pero su credulidad se transformó en un gesto de asco cuando descubrió que su desayuno se cocinaba en la ubre de una vaca.

viernes, 7 de febrero de 2014

Llegó para quedarse


La nieve acaparaba todo el protagonismo. En la taberna, en la peluquería, en la escuela, en las cocinas de cada una de las casas del pueblo tropical no había otro tema de conversación, que si el cambio climático, que si había que acordarse de Santa Bárbara, o eso sólo era cuando tronaba, que si Estados Unidos, o China, o cualquier otro país sospechoso de querer dominar el mundo los había elegido para poner en práctica algún experimento secreto… Todo eran especulaciones, pero si los primeros copos fueron recibidos con sorpresa y regocijo, tres semanas después nadie soportaba el frío, ni se reía ya de los resbalones ni de las caídas, ni aprovechaba para la caza el rastro que dejaban los desprevenidos animales salvajes.

Y como habían aparecido el mismo día, también deseaban que el maldito Papá Noel, o Santa Claus, o como quiera que se llame, regresase a Laponia con sus renos, su trineo y los calcetines rojos colgados en la chimenea. Sin embargo, el anciano no parecía darse por aludido, ni siquiera cuando un conato de incendio amenazó su casa de madera. Había llegado para quedarse.


martes, 4 de febrero de 2014

Con profesionalidad

Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos que él acababa de tirar al suelo. Lo hizo con la diligencia de siempre, aunque hubiese preferido agarrarlo de una oreja y arrastrarlo hasta el fregadero. Sin embargo, mantuvo la sonrisa que vestía cada noche, le sirvió otra copa de vino y ni se inmutó cuando la despidió con gesto desdeñoso.
Pero apenas pudo reprimir un aplauso cuando la mujer que apareció de repente, tan distinta a la que lo acompañaba a cenar, lo paralizó con la mirada y le dio una bofetada que resonó en todo el restaurante.