Déjala a ella que sea pájaro, que
aletee para fortalecer sus alas antes de salir del nido, que se estrelle contra
el suelo y retome el vuelo todas las veces que haga falta, que surque los
vientos de otros continentes y agudice la vista para saber dónde la acecha el
enemigo y en qué lugar se esconde la presa. Acepta su marcha y olvídala. Si
algún día vuelve y picotea en tu ventana, obsérvala antes de abrir. Puede que
aún te guste, o ya no. Y si no regresa nunca, sabrás que el verdadero amor está
en otra parte.
Precioso Luisa, llena de ternura y sensibilidad , y cuanta verdad hay en estas palabras.Por cierto la foto es muy apropiada para el texto
ResponderEliminarBesos y seguimos leyéndonos.
Puri
Me alegra que te haya gustado, Puri. Muchas gracias por leer y comentar el micro. Sí, seguimos leyéndonos. Bicosss
ResponderEliminarNo cabe duda de que la lección es esa. Muy bonito relato. Me quedo por tu blog a cotillear un rato.
ResponderEliminarUn saludo
JM
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Bienvenido, Juan. Espero que te gusten algunas de mi microhistorias. Muchas gracias. Un abrazo.
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