Luisa R. Novelúa |
Muy
sonriente y con los ojos chispeantes muerde la galleta María
mientras saluda con la mano frente al espejo. Con solo cinco años
tiene muy claro lo que quiere ser de mayor, y lo ha anunciado con
determinación en una de las comidas familiares en casa de los
abuelos.
Nadie
parece tomarla en serio. Incluso hay quien se atreve a
recordarle que sale corriendo en busca de unos brazos salvadores cada
vez que las olas se acercan para atraparle los pies. Pero después de
insistir hasta el berrinche, su madre ha acabado por transigir y le
ha comprado el gorro, los manguitos y el churro de flotación que la
esperan almacenados en el armario de los juguetes.
Hoy
está muy contenta. Es el primer día de colegio tras las vacaciones
estivales. Cuando ve a Lucía, las dos niñas se lanzan a un
reencuentro lleno de risas. Sabe que puede contar con ella. De hecho,
su amiga acepta su decisión sin cuestionarla, y a partir de ese momento la llama Mireia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario