Luisa R. Novelúa |
El muñeco fue el primero en cerrar los
ojos
porque intuyó lo que iba a suceder. Los demás lo hicieron cuando la escena
empezó a incomodarlos y después se fueron marchando en silencio. En el caso de
que los llamasen a declarar, negarían haber sido cómplices por omisión. Pero él
sabía que era el único que no saldría indemne de la mentira.
Me gusta mucho tu imagen de muñecos-avestruz y la manera en la que has dejado vendido al pobre Pinocho. Me parece un relato divertido, original y además descrito con poquito. En una semana muy difícil creo que has rayado muy, muy alto. Suerte para la próxima :)
ResponderEliminarEs probable que a Pinocho le gustase ser un muñeco-avestruz, pero no puede. Juan Antonio, muchas gracias. Una brazo.
EliminarBien Luisa buen texto que aprovecha para tocar la cobardía, la falta de compromiso de los muñecos y de las personas y que cada uno aguante su vela.
ResponderEliminarAbrazos
Lo de mirar para otro lado (o cerrar los ojos) es más frecuente de lo que debiera en muchos ámbitos de la vida. Mientras no nos afecte directamente... Un abrazo, Manuel, y gracias por la visita.
EliminarQué jodido lo de no poder mentir, qué mal preparado para la vida moderna está el pobre, je je. Que no se dedique a la política.
ResponderEliminarBesos Luisa.
Jajaja. Sí, pobre Pinocho. Lo lleva "crudo" para sobrevivir en este mundo. Gracias, Miguel. Besoss
EliminarMuy actual tu micro. Se podría aplicar a muchos de los personajes que nos acompañan día a día. Felicidades Luísa.
ResponderEliminarBesicos muchos.
De trise actualidad, podríamos añadir. Muchas gracias, Nani. Besosss
EliminarCoincido con Juan Antonio. Con pocas palabras nos relatas una historia muy visual y con un protagonista que nos aparece al final dándole una ultima vuelta de tuerca al relato.
ResponderEliminarBuen trabajo Luisa.
Suerte para la próxima.
Muchas gracias, Alfonso. Un abrazo.
EliminarYa me enganche
ResponderEliminarGracias, Trini. Un besazo.
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