Luisa R. Novelúa |
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de nuevo a la habitación, curiosear entre las fotografías enmarcadas, acariciar
la ropa interior en el cajón de la cómoda, guardase en el bolsillo uno de sus
pendientes. Había sido un error tras otro. No podía explicar por qué lo había
hecho. Pero no se arrepentía. De eso, tampoco.
Uyyy que triste llegar hasta ese momento.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Un beso.
EliminarA lo hecho...je je.
ResponderEliminarBicos, Luisa.
Sin duda es la postura más inteligente, jaja.
EliminarUn besazo, Miguel.
Parece de un machismo recalcitrante: la quiero, la echo de menos, pero mis errores que los pague ella, aunque sea con su muerte.
ResponderEliminarNo sé si es eso lo que querías contar, pero es lo que he leído. ¿?
Luisa, esa es una de las posibles lecturas. Mi intención era hacer una historia más abierta. La obsesión del protagonista por su víctima, la conociese o no. Machismo recalcitrante, por desgracia, aún está demasiado presente en nuestra sociedad. Un abrazo.
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