(Luisa R. G. Novelúa) |
Luego
cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero que mejor le caía, el más
sereno, el único que le sostenía la mirada cada vez que los encañonaba para
divertirse un poco y aliviar el tedio de su soledad.
Pronto
intuyó que, en otras circunstancias, habrían sido grandes amigos, que era una
de esas personas con las que te sientes tan cómodo que sobran las confidencias,
de las que te hacen un favor si realmente lo necesitas.
Quizá
por eso, después de colgar el teléfono, cogió la pistola sin parar a pensárselo.
Tenía que darse prisa. Estaban a punto de llegar para llevárselos.
Me parece que te las has ingeniado para darle un giro a la frase, y convertir al villano en héroe (quizás no tanto, pero sí para echarle un descargo) y creo que te ha salido redondo. Enhorabuena. Mucha suerte para la siguiente.
ResponderEliminarGracias, Juan Antonio. Parece que mató al prisionero que mejor le caía para liberarlo de un destino aún peor. Besos
ResponderEliminarDios mío Luisa, ¿qué era lo que le esperaba para avcabar con él?
ResponderEliminarMe parece que tu apuesta es realmente buena, felicidades.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Creo que, por desgracia, la mente humana es capaz de idear cosas mucho peores que una muerte rápida. Besosss
EliminarGenial Luisa, me ha encantado, lo leí varias veces, llevárselos a donde.. siempre nos dejas con una incognita en la cabeza. Soberbio. un abrazo
ResponderEliminarLourdes, me alegra mucho que te haya gustado. Cada lector puede imaginar el destino que le espera a los otros presos y del que se "libra" al que matan con un disparo. Un beso y muchas gracias!
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