lunes, 5 de octubre de 2015

El trono

Luisa R. Novelúa
El puñetero ojo de la cerradura era demasiado pequeño y apenas podía intuir lo que estaba sucediendo al otro lado de la puerta. Como un juego de sombras chinescas, solo veía inquietantes imágenes proyectadas sobre la pared que exacerbaban su curiosidad hasta el dolor físico.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no serviría de nada seguir allí encerrado. Nadie parecía echarlo de menos. A sus grandes ojos azules asomaron lágrimas de impotencia, pero fue al escuchar otro llanto cuando decidió actuar para conservar lo que era suyo.


Atracción fatal

El puñetero ojo de la cerradura me mira sin ningún pudor, probablemente con lascivas intenciones. Abandonada a mi suerte, sé que seré desechada si no respondo a sus expectativas. Y aun así, es tal su poder de atracción que casi no recuerdo la inquietud que sentí cuando me eligieron, al azar, para desvelar su secreto.

2 comentarios:

  1. Originales propuestas, no sabría por cual decantarme, me gustan las dos.
    A seguir remando y a ver si hay más suerte en otra ocasión.
    Besotes.

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    1. Me alegra mucho que te hayan gustado. Y sí, hay que seguir intentándolo. :))) Besoss

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