(Imagen de Google) |
Apenas pudo guardar el equilibrio cuando una
pantera rosa se abalanzó sobre él y vomitó un líquido amarillo que le salpicó
los zapatos. El felino soltó una risotada mientras se alejaba con paso
tambaleante en compañía de un troglodita que se desgañitaba cantando una regia
ranchera.
Eran los últimos en abandonar la fiesta y dejaban detrás un pequeño caos que él debía
ordenar. Pero no se quedaba solo. Le acompañaba la locutora que todas las
noches le susurraba al oído historias tristes, o trágicas, o rocambolescas que
amenizaban su anodina vida.
Entre boas y pelucas de varios colores encontró
una lujosa máscara veneciana. Aunque podría meterla en la bolsa con todo lo
demás, la contempló varios minutos antes de dejar la escoba, sacarse el mono de
trabajo y ponérsela. Amparado en el anonimato salió a la calle y se dejó guiar
por el oído.
Tal y como contó al día siguiente en su
programa favorito, a pesar de que se enfrentó a ellos, no pudo evitar la
tragedia. Su valentía generó numerosas felicitaciones. Además, la descripción que
hizo de los disfraces facilitó la detención casi inmediata de dos implicados.
El tercero, el de la máscara, nunca apareció.
Microrrelato presentado a Esta Noche te Cuento en febrero de 2014
Me quedo por tu casa Luisa, vengo lanzado de ENTC y por quí me quedo a estar al día de lo que escribes.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Manuel. Te doy la bienvenida a mi casa. Ojalá te interese alguna de mis historias. Un abrazo.
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