Suspiró profundamente y recogió dos
cubiertos que él acababa de tirar al suelo. Lo hizo con la diligencia de
siempre, aunque hubiese preferido agarrarlo de una oreja y arrastrarlo hasta el
fregadero. Sin embargo, mantuvo la sonrisa que vestía cada noche, le sirvió
otra copa de vino y ni se inmutó cuando la despidió con gesto desdeñoso.
Pero apenas pudo reprimir un aplauso
cuando la mujer que apareció de repente, tan distinta a la que lo acompañaba a
cenar, lo paralizó con la mirada y le dio una bofetada que resonó en todo el
restaurante.
Muy bien dada esa bofetada.
ResponderEliminarBuen despojito.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani!. Besos
ResponderEliminarSiempre habrá alguien que hará justicia. Por lo menos nos queda esa esperanza. Precioso relato Luisa.
ResponderEliminarGracias, Lourdes. Por lo menos es un fantasía que hemos tenido todos en alguna circunstancia de la vida. Besos.
ResponderEliminarHola Luisa. Supongo que si se las has dado, es porque se la merecía (la bofetada). Mucha suerte para el próximo. :)
ResponderEliminarUna persona despechada siempre encuentra razones. Muchas gracias, Juan Antonio. Besos.
ResponderEliminarUna bofetada a tiempo....
ResponderEliminarSuerte en la próxima. Besos.
Buen micro el tuyo entre esos 1.111 que se enviaron esta semana.
ResponderEliminar¡Venga! ánimo y a por el piano en el huerto.
Un besazo de Laura.
Gracias Juancho y Laura! Besos
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