miércoles, 20 de agosto de 2014

El primer amor



Déjala a ella que sea pájaro, que aletee para fortalecer sus alas antes de salir del nido, que se estrelle contra el suelo y retome el vuelo todas las veces que haga falta, que surque los vientos de otros continentes y agudice la vista para saber dónde la acecha el enemigo y en qué lugar se esconde la presa. Acepta su marcha y olvídala. Si algún día vuelve y picotea en tu ventana, obsérvala antes de abrir. Puede que aún te guste, o ya no. Y si no regresa nunca, sabrás que el verdadero amor está en otra parte.