lunes, 22 de septiembre de 2014

Viuda

L. Novelúa
―Deberías airearte un poco ―dijo la abuela sin mirar a nadie mientras recogía los platos. 

El desconcierto consiguió acallarlos, y aún seguían en silencio cuando regresó con el café y la mirada ausente.

Todos se sentían aludidos y avergonzados. Ironías, reproches, acusaciones. Cada uno tenía algo de qué arrepentirse. Sin embargo, ella seguía ensimismada, como si la acalorada discusión no hubiese arruinado la cena que los había reunido por primera vez en muchos años.

Se le parecían tanto, que era como si él todavía estuviese allí. Por eso, en cuanto se marchasen, cerraría puerta y ventanas para quedarse sola, al fin.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Nos vamos de boda

L. R. G. Novelúa

Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo, que acaba cayéndole en greñas sobre los hombros. Él intenta hacerse el nudo de la corbata siguiendo las instrucciones de un vídeo en internet. El niño aprovecha el revuelo que hay en casa para preparar un cóctel de pastillas de colores similar al que toma la abuela cada mañana. La niña me abre la puerta con sonrisa traviesa. Y yo, por primera vez, bajo solo a la calle.