Luisa R. Novelúa |
Esperó a dormirse y soñó con otra
Navidad, sin luces multicolores, ni villancicos enlatados, ni
papanoeles o Reyes Magos repartiendo juguetes, y sin los buenos deseos, tan
efímeros como la estrella más fugaz, que le martilleaban hasta el aturdimiento.
Pero
cuando despertó, el sosiego se transformó en pesadilla. Aún no sabía si ese año
también la contratarían para las rebajas de invierno.