Luisa R. Novelúa |
Pero nunca, sin saber bien por qué, dejarán de mirar
hacia arriba. Quizá para evadirse, o para meditar. Tal vez para
alimentar las raíces que los anclen al presente o, muy al contrario, invocar
recuerdos difuminados, edulcorados, agigantados. O puede que todo sea más
sencillo y solo se deba a la fuerza de la costumbre, o mucho más complejo y
sigan echándola de menos, a ella también.