lunes, 18 de enero de 2016

Lluvia

Luisa R. Novelúa
Pero nunca, sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba. Quizá para evadirse, o para meditar. Tal vez para alimentar las raíces que los anclen al presente o, muy al contrario, invocar recuerdos difuminados, edulcorados, agigantados. O puede que todo sea más sencillo y solo se deba a la fuerza de la costumbre, o mucho más complejo y sigan echándola de menos, a ella también.