Luisa R. Novelúa |
Qué
fácil es empuñar la pluma y perpetrar con ella crímenes,
humillaciones, heridas purulentas provocadas por amores no
correspondidos. Y todo, para alcanzar la gloria literaria. Pudiste
crearme apuesto y, sin embargo, me engendraste deforme; no te hubiese
costado nada describir a una madre cariñosa y a una familia
protectora que me guiase hasta convertirme en un hombre amado y de
provecho, pero preferiste ensañarte con mi desgracia para denunciar
las injusticias de la misma sociedad que te admira y acudirá en masa
a tu funeral. A ti te espera el Panteón de franceses ilustres. Yo
estoy condenado a trepar por las torres de esta catedral mientras
quede un solo lector dispuesto a leer tu historia. Mi historia.