lunes, 16 de febrero de 2015

Que cola de león

Luisa R. Novelúa

Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca quien tiene boca, y a pesar de que las zarzas le arañan la piel, avanza con paso decidido.

Cuando abre la puerta, el chirrido ahuyenta a los cuervos que han tomado los restos del circo abandonado. Del interior sale disparado un famélico perro, justo antes de que llegue su prima y la tire al suelo de un empujón.

Pero aunque sangra por la nariz, una sonrisa triunfal detiene los golpes de su eterna enemiga, dos años mayor, que acaba llorando cuando le recuerda lo que siempre les dice la abuela: más vale ser cabeza de ratón.

jueves, 5 de febrero de 2015

Hoy no me puedo levantar

Luisa R. Novelúa

Una ráfaga cargada de salitre aporrea la ventana para anunciarme que hoy es el día. Repaso hasta el último detalle: la predicción meteorológica se está cumpliendo, la embarcación acaba de repararse de la avería de siempre y yo llevo semanas quejándome de lumbalgia. 

Cuando, en plena noche, Pedro pasa a buscarme para salir a faenar, le advierto que no vaya solo. Pero sé que lo hará. Nunca se ha resistido a una apuesta. Su inexperiencia y osadía harán el resto. Lo último que escucho son sus pasos alejándose por el callejón, hasta que el bramido del mar los ahoga.

lunes, 2 de febrero de 2015

Sobre jefes

Luisa R. Novelúa

No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde, primer día de setiembre y víspera del viaje de Antía a Cancún. Aunque se empeñe, no es el momento idóneo para retomar contactos, ni para trabajar a pleno rendimiento o someternos a tormentas de ideas. No somos responsables de que nadie lo esté esperando ya en casa. Nosotras tenemos nuestra propia vida y necesitamos un periodo de adaptación. ¿A caso no ha oído hablar del síndrome postvacacional? Si está destrozado porque su exmujer acaba de casarse con su mejor amigo, que otro departamento se ocupe de hacerle entender que debe resignarse: cada cerebro tiene sus propias neuronas.