lunes, 23 de marzo de 2015

Obsesión

Luisa  R. Novlúa

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo del pantalón. Los tres lunares bordeando la comisura de los labios, el hoyuelo del mentón, la delicada nuca en un escorzo tentador. Cada uno de los detalles que no habíamos sido capaces de ensamblar hasta toparnos con el bello rostro, de serenidad sobrecogedora, en la sala de autopsias.

lunes, 16 de marzo de 2015

El origen de su inspiración

Luisa R. Novelúa

Pintando aquellos extraños bisontes se ganó el favor de la crítica. Era el primer sorprendido por el éxito de su fulgurante carrera, nacida de forma casual en la feria de arte contemporáneo, cuando Elvira le confesó que llevaba meses viéndose con el autor de la obra que tenían enfrente: una pared en blanco y varios botes de pintura.

Tras el disparo a bocajarro, la sucesión de reacciones: él trazando enfurecidos garabatos, el público observándolo, los equipos de televisión grabando, el especialista dándole proyección internacional y ella, arrepentida, pidiéndole perdón.

Pero aunque no había vuelta atrás, esperaría hasta agradecerle que lo hubiese invitado a Altamira.

lunes, 9 de marzo de 2015

Mitómano en su laberinto

Luisa R. Novelúa

Seguía atrapado allí dentro y no sabía cómo salir incólume. La curiosidad lo había empujado a asomarse a la cueva, y la codicia a entrar tras el reflejo dorado que vislumbró con el primer barrido de su linterna.

La gruta era tan hermosa que avanzó fascinado, sin prestar atención al suelo embarrado. Cuando resbaló y cayó a la sima, ya era demasiado tarde. Sin embargo, tras la desesperación, acabó resignándose a su destino sin saber aún que, muy a su pesar, la verdad venía a rescatarlo.

lunes, 2 de marzo de 2015

Así nació el cuento

Luisa R. Novelúa

A nadie se le ocurrirá pensar que solo quiso volar, como antes de que la flecha emponzoñada atravesara una de sus alas, cuando rizaba el aire por puro placer y se divertía con caídas en barrena, ajeno a la admiración que provocaban sus acrobacias.

No entenderán que a pesar de restañar su herida, el veneno seguirá devorando su alegría hasta transformar su aliento en fuego devastador.

Y mientras todos aclamen como héroe al príncipe por abatirlo a la entrada de su guarida, el rey recompensará a su mejor arquero y al trovador que inmortalice la proeza con: érase una vez, en un país muy lejano.