L. Novelúa |
―Deberías airearte un poco ―dijo la abuela sin mirar a nadie
mientras recogía los platos.
El desconcierto consiguió acallarlos, y aún seguían en silencio cuando regresó con el café y la mirada ausente.
El desconcierto consiguió acallarlos, y aún seguían en silencio cuando regresó con el café y la mirada ausente.
Todos
se sentían aludidos y avergonzados. Ironías, reproches, acusaciones. Cada uno
tenía algo de qué arrepentirse. Sin embargo, ella seguía ensimismada, como si
la acalorada discusión no hubiese arruinado la cena que los había reunido por
primera vez en muchos años.
Se
le parecían tanto, que era como si él todavía estuviese allí. Por eso, en cuanto se
marchasen, cerraría puerta y ventanas para quedarse sola, al fin.
Dicen que mejor sola que mal acompañada, y esta claro que en tu relato la impresión desde la primera frase es esa.
ResponderEliminarBuen intento Luisa.
Ahora tenemos dos semanas para echar el resto. Mucha suerte en la próxima.
Parece que a esta abuela lo de quedarse viuda le va a sentar de perlas. Muchas gracias, Alfonso, Un abrazo.
EliminarEsto de los aires que nos da a cada uno por un lao, je,je,je. Y no pillaron la 'indirecta' a la primera. A ver que hacemos con la voz dulce, compi. Un besote.
ResponderEliminarPara el de la voz dulce podrías ser tú la protagonista, Eva. Te espero en el San Froilán. Un besazo, guapa!
EliminarMe gusta como has ido abriendo frentes a medida que avanzaba el relato, y me gusta la paradoja final de que la mujer también acabe aireándose a su manera, esto es, encerrándose.
ResponderEliminarBesos
Sí, los demás que se aireen por ahí, que ya está harta de aguantarlos.
EliminarCarles, a ti también te invito al San Froilán, aunque te queda un poco lejos... Muchas gracias. Un biquiño.
Esa abuela no daba puntadas sin hilo. Y cada hijo sabía por qué sin necesidad de más palabras.
ResponderEliminarMuy bueno, de los que dan que pensar.
Besos.
Gracias, Rafa. Con mi historia pretendía dar a entender la difícil vida de debió de tener con su marido y lo liberada que se quedó, por fin. Un beso.
EliminarNos llevas al final muy sutilmente, para quedarnos liberados con ella.
ResponderEliminarFelicidades.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Un besazo.
EliminarHas recreado a la perfección una imagen tan clara que cuesta que no se te cuele sola en el imaginario. Ese personaje de la abuela tiene muchísima fuerza. Mucha suerte con la doble :)
ResponderEliminarMe alegra que valores la fuerza de la protagonista de la historia. Muchas gracias, Juan Antonio. Un abrazo.
EliminarRetrato costumbrista con final merecido.
ResponderEliminarSí, un final merecido para alguien que ha debido de sufrir mucho. Gracias Lorenzo. Un abrazo.
EliminarLas abuelas saben hacerse escuchar, sobre todo cuando callan, je je.
ResponderEliminarMe gusta como se queda flotando en el aire Luisa.
Abrazos.
Miguel, me alegra mucho que visites mi casa. Silencios que dicen mucho. Besos.
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