martes, 8 de diciembre de 2015

Solas

Luisa R. Novelúa

Las besa con suma conciencia para no equivocarse de nuevo. Sin embargo, tampoco reaccionan. Decepcionada, sale de la habitación y las deja a oscuras, aunque es ella la que se siente castigada. Mientras deambula por la casa vacía, atenta a la puerta del recibidor, se pregunta qué ha hecho mal esta vez, por qué Blancanieves sigue hechizada. Y la rana y ella, también.

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