lunes, 15 de diciembre de 2014

Rutinas

Luisa R. Novelúa
El mensaje era claro, conciso, breve y letal: no insistas, decía. Pero él ni se inmutó. Buscó un bote de pintura blanca y dejó la pared inmaculada. Tampoco cambió el gesto cuando en el bar lo recibieron con un silencio expectante. Se sentó en la mesa de siempre y no paró de barajar las cartas hasta que sus compañeros de partida se fueron incorporando a sus puestos. Cuando se despidió, con el habitual hasta mañana, no sabían si volverían a verlo.


14 comentarios:

  1. Muy inquietante y buena narración, a por la semana siguiente.Abrazos y suerte

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  2. Cuando ya no queda nada más, sólo la rutina nos apega a la vida.
    Besos

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    1. Comparto tu opinión, Carl. Las rutinas pueden ayudarnos a seguir adelante cuando todo se derrumba. Muchas gracias por la visita. Un beso.

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  3. Ah! ¡Qué intrigante! Más allá del porqué del mensaje, me ha gustado el modo en el que el protagonista discurre por esa "normalidad" anormal que planteas.
    Besos.

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    1. Independientemente del porqué, el protagonista lucha para que esa advertencia o amenaza no le venza. Me alegra mucho que te haya gustado. Besossss.

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  4. Uyyyy Luísa, ese final tan aterrador es lo mejor. Me gustan mucho los relatos que dan para pensar y como este, mucho. -felicidades.
    Besicos muchosl.

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  5. Uaaaa! Cómo lo dejas ahí colgado, Luisa. La duda. La terrible duda.
    Besos.

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  6. Hola, Luisa.

    Menudo micrazo y vaya final para elucubrar...
    Felicidades, a mí me ha gustado mucho.
    Besazos.

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    1. Gracias, Townanda. Me alegra mucho que te haya gustado. Besossss

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  7. Me has llevado hasta 'Crónica de una muerte anunciada'. Qué buen texto Luisa. Está muy bien lograda esa sensación de fatalidad y de tensión expectante. Mucha suerte para el próximo :)

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  8. Juan Antonio, qué buenos son siempre tus comentarios. Muchas gracias. Un abrazo.

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