Luisa R. Novelúa |
Seguía
atrapado allí dentro y no sabía cómo salir incólume. La curiosidad lo había
empujado a asomarse a la cueva, y la codicia a entrar tras el reflejo dorado
que vislumbró con el primer barrido de su linterna.
La
gruta era tan hermosa que avanzó fascinado, sin prestar atención al suelo
embarrado. Cuando resbaló y cayó a la sima, ya era demasiado tarde. Sin
embargo, tras la desesperación, acabó resignándose a su destino sin saber aún
que, muy a su pesar, la verdad venía a rescatarlo.
Como dicen, la verdad te hará libre.
ResponderEliminarMe sumo a tu blog. Si haces clic sobre mi foto puedes encontrar mis blogs de lo extremo de la mente. Ficción acerca de todo tipo de desorden vivencial.
Muchas gracias, Carlos, y bienvenido. También visitaré tus blogs. Un abrazo.
EliminarMuy buena esa cueva que te ha proporcionado tan bonito micro.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Nani, muchas gracias. Una cueva de la que un mentiroso compulsivo no sabe cómo salir, jejeje. Besosss.
EliminarUn micro muy redondo Luisa, muy bien buscado y además muy fotográfico. Mucha suerte para el siguiente :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan Antonio. La "maravillosa" cueva que inventan las personas que se creen sus propias mentiras tiene sus riesgos. Un abrazo.
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