lunes, 9 de enero de 2017

Sin explicaciones

Luisa R. Novelúa

Una bola de pelo gigante la arrolló por sorpresa, a traición, cuando en su vida ya no quedaban páginas en blanco. Tras la correa que arrastraba por el sendero tapizado de otoño, un hombre atildado la miró desde su atalaya de presunción mientras intentaba retomar el control de la perra, que se resistía como si huyese de un anuncio publicitario para zambullirse en el mundo real.

La samoyedo le demostró así amor a primera vista, como el que sintió ella por Miki, la gata de pocas semanas que rescató de un contenedor. Por eso no hicieron falta explicaciones. Ni en esa ocasión, ni en las siguientes, cada vez más frecuentes a media que sus esporádicos paseos por el parque se fueron adaptando a la rutina canina.

Aún no entendía por qué un domingo los invitó a subir al caos de su casa, ni por qué dudó el día que él le propuso quedarse para siempre. Quizá fue por la fragancia de mimosas que reptó hasta su ventana para advertirle del peligro de las especies invasoras. Pero Miki decidió por ella cuando se ovilló al calor de aquel gran peluche blanco. A veces, para sobrevivir había que arriesgar.



2 comentarios:

  1. Cupido se disfrazó de una perrita samoyedo, y unió el camino de su amo (Miki), con aquella dama que parecía resignada a vivir en modo “sana rutina” sin más emoción que dar su amor a gatitos indefensos.
    El amor, es el más hermoso o el más doloroso de los sentimientos, y aunque la dama (se intuye) conoce muy de cerca el amargo sabor del desamor, parece dispuesta (no sin dudarlo un poco) a darse una oportunidad de ser feliz. Porque en el fondo sabe, que quien no arriesga, no gana, y quien no busca, no encuentra. Mientras tanto, la perrita samoyedo ya es feliz, porque su amo (Miki) ya tiene una compañera, y ella tiene una nueva dueña, que la quiere de verdad.
    Pd. Tu narrativa es muy dulce, el contenido tierno y el mensaje verdadero (las oportunidades llegan en cualquier momento y cuando menos lo esperamos, pero hay que tener el valor de intentarlo, porque para ser feliz, primero hay que querer serlo).
    ¡Saludos!

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  2. Muchas gracias, Juan Carlos, por tu amable comentario. No suelo escribir historias románticas pero, en esta ocasión, era lo que me apetecía. Una abrazo.

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