miércoles, 22 de marzo de 2017

Cadena Perpetua

Luisa R. Novelúa

Qué fácil es empuñar la pluma y perpetrar con ella crímenes, humillaciones, heridas purulentas provocadas por amores no correspondidos. Y todo, para alcanzar la gloria literaria. Pudiste crearme apuesto y, sin embargo, me engendraste deforme; no te hubiese costado nada describir a una madre cariñosa y a una familia protectora que me guiase hasta convertirme en un hombre amado y de provecho, pero preferiste ensañarte con mi desgracia para denunciar las injusticias de la misma sociedad que te admira y acudirá en masa a tu funeral. A ti te espera el Panteón de franceses ilustres. Yo estoy condenado a trepar por las torres de esta catedral mientras quede un solo lector dispuesto a leer tu historia. Mi historia.

2 comentarios:

  1. Me viene a la mente Quasimodo, personaje inmortalizado por la pluma de Víctor Hugo, en “Nuestra Señora de París”. Pero, ahora lo visualizo con su prominente joroba y su rostro desfigurado, condenado a repetir su vida de sufrimientos, cada vez que un lector acude a leer esta obra clásica de la literatura.
    Nunca lo vi así, pero hoy (después de este tu post) siento que, Víctor Hugo fue el verdadero monstruo y Quasimodo su víctima, con la cual se ensañó y lo sigue haciendo aún después de muerto.
    Como fuera, me voy con un remezón interno, que dicho sea de paso, solo pueden lograr los que tienen la pluma afilada (como tú) y llegan a punzar con sus letras, las fibras más sensibles de su lector.
    Muy bien por ti, escritora.
    (Y bien por mí, como tu lector).

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  2. Víctor Hugo consiguió que Quasimodo sea inmortal, aunque es probable que al pobre jorobado no le parezca ningún privilegio.
    Muchas gracias, Juan Carlos, por leer y comentar mi pequeña historia. Un saludo.

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