Luisa R. Novelúa |
Una ráfaga cargada de salitre aporrea la ventana
para anunciarme que hoy es el día. Repaso hasta el último detalle: la
predicción meteorológica se está cumpliendo, la embarcación acaba de repararse
de la avería de siempre y yo llevo semanas quejándome de lumbalgia.
Cuando, en
plena noche, Pedro pasa a buscarme para salir a faenar, le advierto que no vaya
solo. Pero sé que lo hará. Nunca se ha resistido a una apuesta. Su
inexperiencia y osadía harán el resto. Lo último que escucho son sus pasos
alejándose por el callejón, hasta que el bramido del mar los ahoga.
Hola guapaa llevo un atraso monumental, pero ahora que te veo, buen papel en la Copa! ¿Tú sabes si van a ampliar los días a 39 horas? Uff. Disfruta de la nieve, que yo aquí ni la huelo.Bicos!
ResponderEliminarA veces los días sí deberían tener el doble de horas, jajaja.
ResponderEliminarLa nieve es tan bonita... mientras no tengas que coger el coche y no dure demasiado. A ver cuándo nos vemos. Biquiños, guapa!
Interesante adiós anunciado por la manipuladora.
ResponderEliminarUna despedida muy maquiavélica, en el peor sentido de la palabra. Carlos, gracias por leer y comentar mi pequeña historia. Un saludo.
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